Invasión mafiosa en Namimori (?) {Priv. Kodama~}

Como siempre, aquello también era un intento de escapar de todo lo relacionado con la mafia. Salí rápido de casa, evitando encontrarme con el chihuahua de siempre que me quería atacar, sin tener ganas de encontrar a cualquier persona que me diera solo problemas y llegar a estar completamente en peligro. Por desgracia, no había ningún sitio en el que pudiera estar tranquilo, ni siquiera a la Escuela Namimori, pero no me llegaba otra idea.

Mientras iba aflojando el paso, yendo más despacio, suspirando cansado mientras bajaba la cabeza.- ¿Por qué tengo que huir siendo domingo...? ¡Principalmente; ¿Cómo es que un bebé puede mandarme tanto?! -Entré en desesperación, llevando ambas manos hacia mí cabeza. Pero, no quería que me disparara más balas... o cualquier personaje extraño alrededor de Reborn me siguiera atormentando... estaba harto, quería una vida normal, sin tener que llegar a formar parte de ninguna Famiglia mafiosa.

Finalmente llegué a Namimori, pareciendo que al menos sería uno de los pocos lugares tranquilos a no ser que apareciera alguien, aunque, si algo así sucedía, la solución como siempre sería huir, aunque nunca diera resultados.
Aunque pareciera mentira, ya me encontraba exhausto por haber tenido que huir tan rápido del "peligro", a lo cual no me quedó otra opción que dejarme caer automáticamente quedando sentado en el patio de Namimori, sintiendo el cálido sol en mí rostro y pudiendo estar más tranquilo por el momento, sin saber que en cualquier momento estaría rodeado nuevamente por mafiosos.

Off-rol:

A pesar de haber llegado hace algunos meses a Japón, las costumbres del país oriental eran algo a lo que la chica francesa no terminaba de acostumbrarse. El hecho de tener que asistir a clases los días sábados le hacían perder completamente la orientación en cuanto a días y no podía evitar confundir el domingo con los martes. En varias ocasiones se había presentado en el instituto para darse cuenta, mucho después, que no debía ir sino hasta el día siguiente.

Sin embargo, su presencia en el lugar ese día no se debía a esto. El día anterior había asistido al club de música, como solía hacer todas las semanas, para practicar sus habilidades con el violín que tanto le agradaba a su padre. En un descuido había dejado olvidado el pobre instrumento en una de las aulas. Tranquilamente podía haber esperado al lunes para ir a buscarlo pero tratándose de la persona intrépida que Sylvie era, infiltrarse en el instituto no era más que otra aventura.

Habiéndose colado dentro del aula sin ninguna clase de problema, corrió a buscar su preciado instrumento.

– Oui, aun sigues ahí – rió al ver el violín prolijamente sentado en una de las sillas, recibiendo los rayos del sol que entraban por la ventana cercana, era una imagen muy poética.

Lo tomó con mano firme por el mástil mientras que con la otra mano cargaba el arco. No había traído el estuche así que debería llevarlo así. No era gran problema, no vivía muy lejos de ahí. Rasgó las cuerdas con el arco un par de veces, soltando unas notas al aire y armando una pequeña melodía como si estuviera verificando el estado del instrumento. Estaba impecable, majestuoso como siempre.

Chanel, el zorro de la caja de animal de la chica, se encontraba mirando por la ventana mientras movía la cola de un lado al otro a la par de las notas musicales. El pequeño animal tenía un gran olfato y sentido de la orientación, fue gracias a él que Kodama pudo recorrer partes del instituto que jamás había visto sin perderse ni dar demasiadas vueltas.

Tomó el silencio como señal de retirada y se bajó de un salto del marco de la ventana, sabía que debería indicarle el camino de salida a su dueña. Sin esperar órdenes se dio a la fuga, seguida desde cerca por la chica. Cruzaron el largo pasillo del instituto y bajaron un par de escaleras antes de salir a lo que parecía el patio.

Chanel le había sacado unos metros de ventaja por lo que fue la primera en salir y encontrarse cara a cara con un desconocido. Retrocedió un par de pasos y le gruñó erizando todo el pelo, no esperaba encontrarse con nadie, la sorpresa no había sido nada agradable para el pequeño zorro.

– ¿Ah? ¿Qu'est-ce qui se passe*, Chanel? – preguntó la chica en voz alta a la par que salió al patio. No tuvo que esperar una respuesta puesto que esta estaba frente a ella. Chanel estaba molesta por el extraño presente.

–Te me haces conocido…– dijo casi inaudiblemente, mas hablándose para sí misma que con el castaño, – ¡Ah! Eres Sawada ¿verdad? – sonrió al darse cuenta que recordaba su nombre. Y como no hacerlo, a pesar de que el chico no estaba en su mismo curso, se hablaba mucho de él aunque no de la mejor manera.

Spoiler:

Tras que pasaron unos pocos minutos, sentía que por un día podría estar tranquilo, sin tener que escuchar sonidos de explosiones o impactos de balas por todas partes, lo cual sin haberme dado cuenta se había hecho habitual en mí casa, y sobre todo en mí cuarto...

Mí vista se alzó, para poder ver un cielo despejado, con alguna escasa blanca nube flotando. Llevé mí mano derecha hacia el anillo que colgaba en una cadena que se encontraba en mí cuello; aunque no lo pude soportar, desviando la mirada para no ver aquél maldito anillo Vongola. "¿Por qué tendré que cargar con esta cosa...? No quiero ser mafioso..." Pensé, entrando en la desesperación que siempre reinaba en mí.

Me aburría algo, pero era mucho mejor que tener que soportar la rutina "mafiosa", al menos aquel era un momento dónde podía relajarme, así que no había ningún problema con estar ahí, a no ser que como siempre la mafia me persiguiera... ¡no, era imposible! Tenía mala suerte, pero no tanta, o eso era algo que trataba de creer.

De repente me pareció ver algo en una de las ventanas del instituto, lo cual me hizo girarme hacia éste sin levantarme, a la vez que me quedaba tenso.- … ¿Un… animal? –Mí rostro se puso repentinamente más pálido de lo normal, frotándome ambos ojos con las manos rápidamente para comprobar si lo que había visto solo había sido una “ilusión”. Miré nuevamente hacia el mismo sitio, y gracias a dios ya no había nada.- Menos mal… –Pude tranquilizarme de nuevo, quedando nuevamente de espaldas del instituto, y teniendo hasta una pequeña sonrisa boba en mí rostro.

Justamente algo hizo que mí rostro se tornara más pálido, borrando por completo la sonrisa boba que tenía, sin atreverme a girarme, simplemente escuchaba el gruñido de un animal; no sabía de qué animal se trataba, pero igualmente daba miedo. "Qu-quizás si me quedo quieto..." -Lo único que quedaba de esperar era a que se fuera, aunque el gruñido me intimidaba tanto que sin querer sentía necesidad de encoger mí cabeza hacia los hombros, como si así fuera a poder esconderme de mejor manera.

Repentinamente tras escuchar una voz humana, pasé de estar agachado a caerme al suelo, dando una especia de giro horizontal, y retrocediendo con ayuda de las manos, quedando cara a cara con la persona que había llegado.- ¡¡Hiiiiiiiii!! ¿¡Eso es francés!? -Sabía que era algo estúpido, pero se me hacía extraño que alguien que hablaba ese idioma estuviera por ahí, aparte de que no me había enterado de nada, el terror me llevaba completamente, sabía que nada bueno podría suceder. Como reflejo posicioné mis brazos delante de mí rostro pensando en que podría ser atacado y lógicamente derrotado.
-¿He? ... -Mí posición dejó de ser tan tensa al escuchar cómo me conocía, aunque aquello solo lograba asustarme más.- ¿C-cómo sabes mí nombre? -Pregunté algo sorprendido y en shock, sin darme cuenta que estaba temblando levemente, aunque mis piernas ni respondían por el miedo, lo cual daba el hecho de que se me hacía imposible levantarme.

Spoiler: